Mucho del estilo histórico de cerveza conocido como grisette sigue siendo un misterio. Aunque los relatos varían (u omiten) en lo que respecta a los ingredientes y la técnica, la mayoría coincide en que estas cervezas empezaron como un refresco para los mineros belgas del siglo XIX en la provincia de Hainaut, en la frontera con Francia.
La grisette pertenece a una categoría más amplia de cerveza conocida como «farmhouse ales» que se originó en Hainaut. Estas cervezas solían ser de cuerpo ligero, bastante carbonatadas y utilizaban especias y levadura salvaje. Mientras que una forma de farmhouse ale, la saison, ha explotado en popularidad en las cervecerías de todo el mundo, las grisettes han disfrutado de un renacimiento más tranquilo. Los imprecisos registros permiten mucha variación y experimentación, pero los rasgos constantes de una grisette tienden a ser el uso de trigo malteado, un nivel de alcohol que ronda el 4% y un uso moderado de lúpulo. Las cervezas resultantes son ligeras, pero sabrosas y refrescantes.
Incluso el nombre del estilo, que significa «pequeña gris», es objeto de debate. Hay varias teorías que compiten entre sí, y que citan desde las piedras grises con las que trabajaban los mineros durante todo el día, hasta el polvo que les cubría al final de sus turnos, pasando por los uniformes grises que llevaban las mujeres que servían la grisette.
Sea cual sea su origen, la grisette está disfrutando de un merecido renacimiento. La cervecería belga más famosa que fabrica la grisette es la Brasserie St. Feuillien. Feuillien. Actualmente, sólo exportan una de sus cuatro grisettes, su Grisette Blanche Wit. Si quiere probar la gama completa, tendrá que visitar la cervecería.