El poder curativo de cuidar y compartir
¿Qué ocurre aquí? ¿Se trata de los beneficios de dar? ¿O se trata de lo que ocurre cuando vamos más allá de preocuparnos por nuestro propio bienestar?
Se ha investigado mucho sobre cómo dar nos hace más felices que recibir. La científica social Liz Dunn escribe en la revista Science que la sensación de felicidad de las personas es mayor cuando gastan relativamente más en los demás que en sí mismos. El Huffington Post publicó un estudio sobre las donaciones benéficas. Descubrieron que cuando las personas donaban a una causa digna, el cerebro medio, una zona relacionada con el placer, se iluminaba.
Enfatizando el principio budista de la co-articulación dependiente, el Dalai Lama dice que la propia felicidad depende de la felicidad de los demás. En Ética para el Nuevo Milenio señala que la felicidad proviene de una preocupación profunda y genuina por los demás. El Dalai Lama llama a dar a los demás «sabio-egoísta», porque al final, nosotros también ganamos. Mahatma Gandhi dijo: «La mejor manera de encontrarse a sí mismo es perderse en el servicio a los demás». ¿Tendremos que transformar la idea de «autoayuda» de «yo-ayuda» en «nosotros-ayuda»?»
Si comprendemos que nuestro dar, compartir y transmitir nos hace más felices y nos abre el corazón, entonces hacerlo empieza a parecernos natural. A menudo se nos enseña que, para ser felices, tenemos que dar prioridad a cuidarnos a nosotros mismos y, quizás, también a unos pocos seres queridos. Incluso algunos grupos budistas enseñan que debemos contenernos a «barrer nuestros propios escalones». Pero las investigaciones nos dicen lo importante que es compartir con los demás para sentirnos más felices, menos temerosos, menos solos y más capacitados.
Arthur Brooks, de la Universidad de Siracusa, señaló que los «dadores» son más felices y saludables que los que no lo hacen. Stephen Post y Jill Neimark afirmaron en su libro Why Good Things Happen to Good People (Por qué le ocurren cosas buenas a la gente buena) que dar a los demás beneficia a la comunidad y, por tanto, se asocia con el placer y la felicidad. También señalaron que la compasión y la amabilidad dejan menos espacio para las emociones negativas.
Dar a los demás libera «neurotransmisores de bienestar» y nos lleva al ciclo autorreforzante, aunque virtuoso, de un «subidón del ayudante». Sander van der Linden, de la London School of Economics, sugiere que «dar» apunta a un sólido código de conducta interno, que a su vez es un fuerte predictor psicosocial de las intenciones caritativas. Esta dinámica conduce naturalmente a la confianza en uno mismo, la autoestima y la resiliencia.
Practicar la interdependencia
La enseñanza central de Buda es que la verdadera naturaleza de la vida es la interdependencia. ¿Podría ser que cuando elegimos una actividad con la intención de ayudar a otro, cuando deliberadamente «practicamos la interdependencia», esto nos lleva a alinearnos con «la forma en que son las cosas», y que esto nos trae alegría? ¿Surge la felicidad de forma espontánea y orgánica cuando practicamos la interdependencia?
El Efecto Bodhicitta implica que nuestra felicidad, confianza y sentido del significado están entrelazados con nuestra voluntad y capacidad de compartir nuestro conocimiento, sabiduría y bondad con los demás. Esto no sólo se aplica a la enseñanza de la meditación a los demás, sino a la calidad generosa y compasiva de cada acto de bondad.