Todo va a estar bien.
De verdad. Todo va a estar bien.
Ahora mismo está pasando lo peor, y sientes que es tu culpa. Puede que sea tu culpa, pero eso no es muy importante. Lo importante es que recuerdes que donde estás es temporal, y que mañana va a ser mejor.
Hay gente que te quiere.
Te querían antes de tu grandeza y te querrán después de esta terrible catástrofe. Eres merecedor de este amor, independientemente de que lo que está ocurriendo sea obra tuya.
Mientras esperas a que todo vaya bien, recuerda todas las razones por las que el mundo tiene la bendición de tenerte aquí. Piensa en todas las veces que has hecho sonreír a la gente: al hombre del supermercado, a tu vecino durante la noche de la basura y a la mujer del trabajo con la que hablas incluso cuando estás cansado. Piensa en todas las veces que has hecho lo correcto, lo mejor, lo que necesitábamos que se hiciera. Piensa en las veces en las que todo salió bien y en las que te sentiste bien. Piensa en las veces en que las cosas volverán a salir bien.
No pienses en cómo podrías haberlo hecho mejor, haber tomado decisiones más inteligentes, haber sido una mejor versión de ti mismo. Todo eso son imposibilidades. En el tiempo presente, siempre somos la mejor versión de lo que hemos llegado a ser y desear algo diferente es caer víctima de la atractiva mentira de que nuestros errores son el resultado de nuestras carencias.
A veces son sólo errores. A veces ni siquiera son eso, y sólo son acontecimientos que no pudimos evitar. Sucesos desagradables.
Tú no pediste esto, y no te mereces el malestar que estás sintiendo.
Ese tipo de desequilibrio de gente buena que recibe cosas malas ocurre mucho. Trata esto como un ejercicio para trabajar el amor propio.
Considera lo bueno de los demás, especialmente de los que quieres. Agradece a la gente las cualidades que admiras en ellos, las cualidades que ayudan a que el dolor se disipe. Agradecer a las personas por ser quienes son se siente bien. Trátate a ti mismo como un extraño por un rato y agradécete a ti mismo también.
Todo estará bien.
Desafíate a ti mismo a creer esto, y aférrate a la ligereza que viene de dejar ir.
Suéltate por completo.
Recuerda que la vida es temporal, y que este desafío es sólo un parpadeo en el radar.
Puede que estés pasando por algo que no se siente como un parpadeo. Puede que sientas que todo el sistema se está derrumbando. Estás a punto de perder algo, o ya has perdido algo.
La belleza de esta existencia es que nunca se pierde nada realmente. Las cosas y las personas de las que tenemos que despedirnos siguen existiendo en nuestros recuerdos, y en los gestos y las bondades que no puede deshacer este desastre.
Un día no te dolerá tanto, y cuando llegue ese día, mirarás hacia atrás y te maravillarás de la fuerza de tu carácter y de la persistencia de tu fe en el futuro. A decir verdad, no serás el único que se maravillará, pero no lo sabrás. Lo sé, y te digo que es verdad.
Todo va a salir bien. Te lo prometo.
Cierra los ojos y trata de imaginarlo. Si no puedes, entonces piensa en cómo te gustaría que fuera; ese momento en el que todo está bien. Si esto resulta imposible, entonces concéntrese en las cosas bonitas: las risas en el patio de recreo, ganar una rifa, tener una fila entera para usted en un vuelo de ojos rojos, encontrar el dinero que olvidó en el bolsillo de su chaqueta de invierno. Practica la inserción en esa lista de cosas bellas.
Estarás bien.
Todo estará bien.