El año pasado me visitó una vieja amiga en Manila. Era algo que realmente esperaba, aunque no la había visto en dos años.

En algún momento del camino perdimos el contacto. Estaba molesto con ella por algunas cosas. En realidad me había causado un buen dolor – pero la nostalgia me ganó cuando me preguntó si podía hospedarla a ella y a su familia.

Así que abrí mi casa. Con grandes expectativas, pensé que sería como en los viejos tiempos.

¿La realidad?

Toda la experiencia fue extraña. Jodidamente rara.

Ya no conocía a mi amigo. No sabía qué decir. No sabía cómo actuar. No sabía cómo bromear con ella. Simplemente éramos… personas diferentes, supongo.

Y debido a un malentendido al final de nuestros 5 días juntos, ella salió enfadada por mi puerta sin ni siquiera un abrazo para despedirse. Me quedé sin palabras.

Hice todo lo posible por complacerles, y me alegré de que estuvieran aquí – pero en realidad estaba tratando de hacer lo imposible.

Estaba tratando de insuflar vida a un pasado que nunca existió en primer lugar. Eso es lo que hace la nostalgia. Son las gafas de color de rosa con las que siempre miramos nuestro pasado – como si nada fuera malo y todo fuera espectacular.

El famoso chef Francis Mallmann dijo esto sobre un viejo amigo..

Una vez un amigo vino y me dijo: «Francis, ya no te gusto.» y yo le dije «No, no es que no me gustes, hemos elegido estilos de vida diferentes.

Todavía tengo bonitos recuerdos de todas las cosas que hicimos juntos y de lo unidos que estábamos, pero la verdad es que no es que me aburras, sino que ya no disfruto hablando contigo y no quiero pelearme contigo pero hoy en día no hay nada en común entre tu vida y la mía».

Incluso en la película ‘La vida de Pi’ el protagonista escribe..

«Supongo que al final, toda la vida se convierte en un acto de dejar ir, pero lo que más duele siempre es no tomarse un momento para decir adiós.»

Cuando nos despedimos de la gente, en realidad no nos estamos despidiendo de ellos: nos estamos despidiendo de una versión más antigua de nosotros mismos.

Estamos matando una versión de lo que una vez fuimos.

Y según mi experiencia, intentar resucitar una versión más antigua de ti mismo es una experiencia vacía y sin sentido.