Antonio de Montesinos
Antonio de Montesinos o Antonio Montesino (España, c. 1475 – Venezuela, 1545) fue un fraile dominico español misionero en la isla de La Española (actual República Dominicana y Haití). Con el apoyo de su prior, Fray Pedro de Córdoba, y de su comunidad dominicana de Santo Domingo, Montesinos predicó contra la esclavitud y el duro trato a los pueblos indígenas de la isla. La predicación de Montesinos propició la conversión de Bartolomé de las Casas y su ingreso en la Orden de los Dominicos.
Biografía
Montesinos se hizo fraile dominico en el convento de San Esteban de Salamanca, donde posiblemente estudió. Formó parte del primer grupo de misioneros dominicos que fue a la isla de La Española, en septiembre de 1510, bajo el liderazgo de Pedro de Córdoba.
El 21 de diciembre de 1511, el cuarto domingo de Adviento, Montesinos predicó un apasionado sermón en el que criticaba las prácticas del sistema de encomiendas colonial español, y denunciaba el abuso de los indios taínos en La Española. Esto ocurrió 19 años después de que Cristóbal Colón desembarcara en la isla y España comenzara a colonizarla.
Extracto del sermón, al pie del estatuto de 1982 en Santo Domingo
Enumerando las injusticias que sufrían los indígenas a manos de los colonos españoles, Montesinos proclamó que los españoles en la isla «están todos en pecado mortal y viven y mueren en él, por la crueldad y tiranía que practican entre estos inocentes pueblos.»
Según Bartolomé de las Casas, que fue testigo, Montesinos preguntó a los presentes,
¿Díganme con qué derecho de justicia tienen a estos indios en tan cruel y horrible servidumbre? ¿Con qué autoridad habéis hecho guerras tan detestables contra estas gentes que trataban tranquila y pacíficamente en sus propias tierras? Guerras en las que habéis destruido a un número tan infinito de ellos con homicidios y matanzas nunca vistas. Por qué los mantenéis tan oprimidos y extenuados, sin darles de comer ni curarles las enfermedades en que incurren por el excesivo trabajo que les dais, y mueren, o más bien los matáis, para extraer y adquirir oro cada día.
El resultado inicial de las protestas de los frailes en Santo Domingo fue una orden del rey Fernando II para que Montesinos y otros dominicos que le apoyaban fueran embarcados de vuelta a España. Al principio, Fernando se refirió a la predicación de Montesinos como «una actitud novedosa e infundada» y una «opinión peligrosa que haría mucho daño a todos los asuntos de esa tierra».
Después de regresar a España, Montesinos y sus compañeros pudieron persuadir al rey de la rectitud de su posición. Como resultado, el rey convocó una comisión que promulgó las Leyes de Burgos, el primer código de ordenanzas para proteger a los indígenas, regular su trato y conversión, y limitar las exigencias de los colonizadores españoles sobre ellos.
En junio de 1526, con fray Antonio de Cervantes, y fray Bartolomé de Las Casas acompañaron a 500 colonos bajo el liderazgo de Lucas Vásquez de Ayllón para fundar San Miguel de Guadalupe. Esta misión estuvo posiblemente situada en el río James, donde los ingleses fundaron posteriormente Jamestown de la colonia de Virginia; otros historiadores creen que estuvo más cerca de la actual Savannah, Georgia. Estos dominicos celebraron misa por primera vez en los actuales Estados Unidos.
A la muerte de Ayllón (octubre de 1526) la colonia fue abandonada. Montesinos y otros 150 supervivientes regresaron a San Domingo. Según Helps, «Spanish Conquest in America», fue a Santa Ana de Coro (Venezuela) hacia 1528 con veinte de sus hermanos dominicanos en la expedición del alemán Welser de Augsburgo. Poco más se sabe del resto de su vida, salvo que murió «martirizado» en Venezuela hacia 1545, como sugiere una nota al margen del registro de su profesión en el convento de San Esteban de Salamanca, que dice: «Obiit martyr in Indiis».
Una gran estatua de Montesinos pronunciando su sermón está instalada en el paseo marítimo de Santo Domingo, en la República Dominicana. Frente al mar, la estatua de piedra y bronce tiene 15 metros de altura y fue diseñada por el escultor mexicano Antonio Castellanos. Fue donada al pueblo dominicano por el gobierno mexicano y dedicada en 1982 por los presidentes de México y la República Dominicana.