Me senté en la estrecha sala de examen beige de la clínica de neurología pediátrica del hospital militar. Miré al revoltoso niño de 5 años que estaba siendo remitido por un posible trastorno de oposición desafiante. Llevaba una camiseta roja de Pokemon. No había duda de que era un niño de aspecto gracioso: sus ojos estaban muy juntos y sus labios eran una fina y rosada franja horizontal de temblor en la parte inferior de la cara. Alguien, quizá su padre, había insistido en que se cortara el pelo. Su atareada madre, que sostenía a un niño pequeño con los ojos muy abiertos, me dio la información.
Imagen de acompañamiento: FLK por Seamus Heffernan
Cody había sido expulsado del preescolar por morder y por resistirse constantemente a toda autoridad. Se peleaba con niños del barrio que le doblaban en tamaño. No hacía contacto visual, pero estaba fascinado por el muñeco de peluche de la rana Gustavo que tenía en la estantería de mi despacho. Después de escuchar la historia completa de la madre, le pregunté: «¿Qué parece ser lo único que se le da bien?»
«Bueno», dijo su madre, «es fuerte, valiente e independiente, y tiene una inteligencia callejera que no se puede esperar de un niño de cinco años»
Cody me miró imperiosamente y me dijo que le gustaba Gustavo. Le gustaba mucho. La madre de Cody y yo discutimos los planes, y la terapia, y las intervenciones que podrían ayudar a Cody a cumplir y volverse obediente, pero intuí que no se trataba de un sociópata oculto al acecho, listo para disparar a un petirrojo con su pistola de balines y luego arrancarle las alas mientras yacía moribundo en el cemento. No, se trataba de un niño incomprendido. Le expliqué con calma nuestros planes a su madre y se lo dije. «Jenelle», le dije, «con nuestras intervenciones, Cody estará bien. Sólo que él marcha al ritmo de un tambor diferente».
Al principio parecía desolada, pero luego me miró pensativa. Se dio cuenta de que era cierto. No le pasaba gran cosa. «Necesita comprensión», dije. «A veces hay que escuchar un ritmo de tambor diferente para entender la música».