Liderazgo y presencia

¿Se puede ser un verdadero líder sin poseer una presencia? Según mi experiencia, muy raramente… No me refiero a los aspirantes a líderes que rezuman chulería, falsa confianza, arrogancia o autoengaño disfrazado de confianza. Tampoco me refiero a los débiles, inocuos o tímidos, que si bien se ven a sí mismos como líderes, son tal vez lo más alejado de un líder.

Más bien me dirijo a aquellos verdaderos líderes que inspiran y motivan a quienes los rodean a lograr cosas mucho más allá de lo que ellos mismos creían capaces. En el post de hoy, abordaré el valor de desarrollar la presencia de un líder.

El término «presencia de mando» es una frase militar que describe a alguien cuya conducta, nada más que su mera presencia, no deja lugar a dudas de que es alguien a quien hay que respetar. Como líder, ¿ha desarrollado usted este tipo de presencia?

Cuando entra en una habitación, ¿se da cuenta alguien? Cuando hablas, ¿te escuchan? Cuando da instrucciones, ¿se confía en usted, se le respeta y se le sigue? ¿Inspira usted confianza y engendra credibilidad entre las personas con las que entra en contacto? ¿Las personas no sólo están dispuestas a ser dirigidas por usted, sino que están orgullosas de serlo?

Desarrollar una presencia como líder es mucho más que la simple actitud que se aporta al juego, se trata de la combinación de confianza, carisma, carácter, integridad, conocimiento y experiencia que separa a los verdaderos líderes de las masas. Una vez más, para ser claros, el liderazgo tiene poco que ver con la necesidad de ser el centro de atención, pero tiene mucho que ver con la capacidad de atraer, dirigir y mantener la atención cuando es necesario.

He estado en posiciones de liderazgo y/o asesorando a líderes desde que tengo uso de razón. A lo largo de mi carrera, he observado todo tipo de líderes buenos y malos… sin embargo, nunca he estado cerca de un gran líder que no posea una fuerte presencia de mando. Los grandes líderes muestran un aire de calma en torno a ellos, independientemente de la situación que se presente. Los grandes líderes muestran a sus colaboradores que siempre mantendrán el control, incluso cuando no tengan una solución inmediata. Los grandes líderes no pierden la concentración, no se acobardan y nunca vacilan. Los mejores líderes pueden inspirar esperanza cuando es necesario, y la voluntad de aceptar la falta de ella cuando es necesario.

Los líderes empresariales de hoy en día tienen literalmente cientos de interacciones interpersonales cada día. Cualquier líder que no logre infundir confianza entre sus compañeros y subordinados perderá su lealtad, dañará su moral y paralizará su capacidad de ejecución. El impacto de la presencia de mando no se limita a sus compañeros de trabajo, sino a todas las personas con las que entra en contacto. Su presencia de mando o la falta de ella también repercutirá en el éxito de sus relaciones con inversores, prestamistas, socios, proveedores, vendedores y otros grupos de interés.

El liderazgo, bueno o malo, es un contagio. Uno de los principales beneficios de un liderazgo fuerte y sólido es la capacidad de contagio. Se habla mucho de la importancia de la cultura, y con razón. Un enfoque intencionado en la creación de cultura por diseño produce el pegamento que mantiene unidas a las comunidades y organizaciones y les permite prosperar. La mayoría de la gente no discute la importancia de la cultura, pero sí discute con vehemencia cómo debe construirse. Mi premisa sobre cómo debería ser la construcción principal de un ecosistema cultural es más que hipotética: es innegable para cualquiera que estudie las organizaciones de éxito con una mente abierta. Mi consejo es sencillo: crear una cultura basada en un ethos que potencie, atraiga, diferencie y sostenga. La ÚNICA cultura que prospera a largo plazo es una cultura de liderazgo.

Algunos líderes adquieren la presencia de mando de forma natural, mientras que otros tienen que trabajar muy duro para desarrollarla. Aunque hay muchas cosas que llevan a desarrollar una fuerte presencia de mando, centrarse en el desarrollo de las siguientes tres áreas tendrá un impacto inmediato en la mejora de su presencia de mando:

1. Sea digno de confianza y demuestre que le importa: Cuando se examinan de cerca las características principales de lo que realmente constituye un gran liderazgo, no es el poder, el título, la autoridad o incluso la competencia técnica lo que distingue a los verdaderos grandes líderes. Más bien es la capacidad de ganarse y mantener la lealtad y la confianza de aquellos a los que dirigen lo que les distingue. El liderazgo tiene que ver con la confianza, la administración, el cuidado, la preocupación, el servicio, la humildad y la comprensión. Si construyes en los que diriges, si los haces mejores, si añades valor a sus vidas, entonces te habrás ganado su confianza y lealtad. Este es el tipo de vínculo que superará las diferencias posicionales y filosóficas, y sobrevivirá a los errores, los desafíos, los descensos y otros obstáculos que inevitablemente se presentarán.

2. Desarrolle excelentes habilidades verbales: Aunque suene extraño, esto comienza con el desarrollo de excelentes habilidades para escuchar. Debe buscar entender antes de ser entendido. Cuando llegue el momento de hablar, diga lo que quiere decir y quiera decir lo que dice. Lo que digas, el momento en que lo digas y la forma en que lo digas, o bien infundirá confianza y servirá para motivar e inspirar, o bien te dejará sin aliento. No tienes que ser una persona excesivamente verborreica, pero debes ser comedido y articulado. No hables sólo para oírte hablar y no divagues. Si tu capacidad de comunicación verbal no está a la altura, busca ayuda y corrige el problema. No se puede liderar si no se puede comunicar.

3. Tomar decisiones excelentes: No hay nada más difícil de superar para un líder que un mal historial. Una decisión sólida sobre una decisión sólida es la clave para crear lealtad. Tomar decisiones excelentes no sólo engendra confianza, sino que es quizá la mejor manera de predicar con el ejemplo y de modelar el liderazgo para aquellos a quienes se dirige. Un historial de decisiones excelentes no tarda en convertirse en parte de su reputación, lo que le proporciona un mayor nivel de confianza y respeto incluso antes de entrar en una habitación.

En resumen… Si desarrolla una fuerte presencia de mando, el liderazgo, aunque nunca es fácil, de hecho se hará más fácil.

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