Ninguno
Llevar la atención plena y sin juicios al momento presente ha tenido muy buena acogida en estos días -antes se consideraba una práctica exclusivamente espiritual, pero está ganando cada vez más popularidad en el lugar de trabajo y en la cultura pop. Las investigaciones han descubierto que las personas son mucho más felices cuando prestan atención a lo que están haciendo, incluso más felices que si sueñan con algo agradable.
Si bien la forma más rápida de incorporar un fuerte nivel de atención plena a tu vida es desarrollando una práctica de meditación, el objetivo final es implementarla en el día a día, para disfrutar de tramos cada vez más largos de atención clara y pacífica en el momento presente. Por suerte, todos los días están llenos de oportunidades para llevar la atención al momento presente, sólo hay que hacer un esfuerzo consciente. Estas siete ideas son sólo eso: sugerencias para empezar. Una vez que le hayas cogido el tranquillo, puedes practicar la atención plena en cualquier momento del día y ver cómo cambia la calidad de tu experiencia.
Despertarte con atención
Establecer la intención de llevar la atención plena a los primeros momentos del día es una forma encantadora y suave de establecer el tono para las horas venideras, en lugar de golpear el despertador y salir corriendo de la cama por la mañana.
Presta atención a: Tu mente y tu cuerpo. ¿Se siente alerta o cansado? ¿Tienes los músculos tensos? Estira lentamente tus extremidades y tu espalda, notando la sensación de cada movimiento. Intenta darte cuenta de qué pensamiento se te pasa por la cabeza en cuanto abres los ojos, o incluso justo antes.
Comer con atención
No importa lo que te depare el día, habrá comidas, o al menos tentempiés. Recordarte a ti mismo que debes volver al momento cada vez que comas es una gran manera de insertar la atención plena en tu día, y también te ayudará a ser más consciente de los alimentos que estás poniendo en tu cuerpo.
Pon atención a: El sabor, la textura, el olor… hay mucho que notar en cada bocado de comida. Si te concentras, hasta una pequeña pasa puede hacerte feliz. Toma pequeños bocados y mastica lentamente, saboreando a medida que avanzas, y espera hasta que hayas tragado para coger el tenedor para el siguiente bocado.
Limpieza consciente
Ya sea lavando los platos, barriendo el suelo o doblando la ropa, las tareas presentan una oportunidad ideal para llevar la atención plena a la vida cotidiana. De hecho, la mayoría de los retiros de meditación animan a los estudiantes a continuar su práctica a través de estas tareas, fuera de las horas formales de sesión.
Pon atención a: Lo que estén haciendo tus manos. Si estás lavando los platos, fíjate en la temperatura del agua, la textura de los platos, el movimiento de fregar. Si estás doblando la ropa, siente los diferentes tejidos. Mientras barres, nota el movimiento de tus brazos, el estiramiento y la extensión, y quizás incluso el dolor a medida que pasa el tiempo.
Caminando con atención
Al igual que al comer, cada día incluye algo de caminata, ya sea una larga caminata al trabajo o a la escuela, o una corta a la cocina. Cada paso trae consigo la oportunidad de ser consciente.
Presta atención a: Tus pies y piernas. Fíjate en cómo se siente cada pie al tocar el suelo, al rodar y al empujar de nuevo. Siente la flexión de cada pierna al avanzar, el estiramiento de los músculos de las pantorrillas y los muslos. A medida que su atención se agudiza, también puede notar la rotación de las articulaciones de la cadera, el balanceo de los brazos, la rectitud de la columna vertebral y el viento en la cara.
Ducharse con atención
Aunque se dice que nuestras mejores ideas surgen en la ducha, lavarse también puede ser un momento para alejarse del flujo incesante de pensamientos que llena la mayor parte del día, y ser realmente consciente.
Preste atención a: La sensación del agua. Fíjate en la temperatura antes de ajustarla y después, en cómo se siente cada gota al entrar en contacto con tu piel, en el sonido que hace al golpear la cortina de la ducha, la mampara o los azulejos.
Esperar con atención
Incorporar la atención a tu tiempo de espera puede convertir ese suspiro cuando ves por primera vez la larga cola del banco en una auténtica sonrisa. También es una oportunidad para prestar atención tanto a tu mente como a tu cuerpo, ya que las reacciones emocionales tienden a surgir con rapidez y fuerza cuando nos vemos obligados a esperar.
Presta atención a: La experiencia completa. Fíjate en cómo te sientes cuando te das cuenta de que vas a tener que esperar: ¿te late el corazón más rápido? ¿Te sientes molesto? ¿Enfadado? Tal vez incluso aprietes los puños instintivamente. ¿Cambia tu respiración? Cuando estés sentado o de pie en la cola o en la parada del autobús, aparta tu atención de la parte mental y emocional de tu experiencia y presta atención a tu cuerpo. Siente tus pies en el suelo, tus inhalaciones y exhalaciones. Fíjate en todos y cada uno de los pequeños movimientos.
Escucha atenta
¿Conoces esa sensación catártica de una conversación profunda y personal con un amigo, cuando realmente sientes que te has desahogado? Lo más probable es que tu amigo estuviera practicando la escucha atenta, lo supiera o no. Estar realmente con la gente que nos rodea es una de las mejores formas de conectar y profundizar en nuestras relaciones, tanto en casa como en el trabajo.
Presta atención a: Todo lo relacionado con la persona que te habla, no sólo sus palabras. Escucha, por supuesto, pero también observa su lenguaje corporal y préstale toda tu atención. Resiste el impulso de empezar a pensar en lo que vas a decir a continuación antes de que la otra persona haya terminado su frase, simplemente escucha.
Este artículo apareció originalmente en Goodnet y se vuelve a publicar aquí con permiso.
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