Por Joyce E. Salisbury, doctora de la Universidad de Wisconsin-Green Bay

La historia de los gitanos españoles es más complicada que la de los mendigos ambulantes: fueron una parte esencial del desarrollo de la cultura española moderna. Esta es su historia.

Cuando estuve en Madrid a finales de los años 70, vivíamos en el norte de la ciudad, en la Plaza de Castilla. Más allá de la plaza había un gran poblado ilegal de gitanos. Veíamos mujeres con niños pequeños pidiendo limosna en muchas esquinas, y a veces un violinista tocaba en la plaza. Uno de mis amigos españoles me dijo que les diera una moneda o me maldecirían con el «mal de ojo». Yo guardaba obedientemente las monedas en mi bolsillo para la caridad, y a veces cruzaba la calle si no tenía cambio. Me preguntaba quiénes eran estos gitanos que parecían ser una parte central de la sociedad española y a la vez estar al margen.

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¿Quién es el pueblo gitano?

Debo comenzar con una nota sobre la terminología. Hoy en día, es habitual referirse a los gitanos como el pueblo «rom» o «gitano». Este término se refiere a la reciente (hace unos 100 años) inmigración de gitanos desde Europa del Este, y los grupos que llevaban más tiempo en España se autodenominaban de otra manera.

¿Quiénes son los gitanos?

Los inmigrantes más antiguos eran conocidos por muchos nombres diferentes. En España se utilizaba el término «gitano», que deriva de la palabra «Egipto», ya que los primeros llegados afirmaban ser de la región del Nilo. Los gitanos hablaban caló, un dialecto derivado del latín pero con otras lenguas mezcladas. Algunas fuentes españolas se refieren a estos viajeros como calé, «negro», palabra caló que hace referencia a su piel más oscura.

Los gitanos son grupos muy unidos, que se definen a sí mismos en contraste con los forasteros. En la mayoría de los lugares los gitanos hablan romaní, y en esta lengua la palabra común para los no gitanos es gadzé , pero en español caló, los no gitanos son llamados payo. A lo largo de su historia, ésta ha sido la característica significativa de los grupos gitanos: están separados de la sociedad circundante, estén donde estén. Entonces, ¿de dónde vienen?

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Viajeros de la India

El análisis lingüístico de los dialectos gitanos muestra que todos los pueblos gitanos son originarios de la India. Pequeños grupos abandonaron el subcontinente en algún momento entre el 300 a.C. y el 600 d.C. Este enorme rango de fechas sólo muestra que no tenemos las fuentes para saberlo con seguridad.

Una encantadora historia de la Persia medieval (el actual Irán) cuenta la llegada de gitanos desde la India: Se cuenta que el rey persa quería que su pueblo trabajara sólo medio día y pasara el resto del tiempo comiendo y bebiendo al son de la música. Su pueblo alegó que no sabía hacer música. El rey envió entonces a 10.000 músicos hombres y mujeres desde la India.

El rey les dio comida y provisiones y los envió al campo a trabajar la tierra y a tocar música. Los viajeros indios comieron imprudentemente todo sin trabajar. El rey se enfadó y les dijo que debían cargar sus burros y viajar por el país sin establecerse nunca. Debían ganarse la vida cantando. Una vez que comenzaron esta vida itinerante, empezaron a llamarse gitanos.

Los gitanos accedieron a marcharse y, como relata el texto, el pueblo «ahora vaga por el mundo, buscando empleo, asociándose con perros y lobos, y robando en el camino de día y de noche».

Este mito fundacional siguió a las bandas de gitanos mientras vagaban lentamente por Irán y hacia Europa del Este a principios del siglo XIV. Para cuando aparecieron en Europa, habían inventado una nueva historia de origen que les daría entrada a la cristiandad.

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Su historia de origen

Afirmaron que procedían de Egipto, y cuando la Sagrada Familia huyó allí, los gitanos se negaron a darles refugio. Por ello, se les asignó una penitencia de siete años de vagabundeo. Esta historia solía ir acompañada de documentos de apoyo -algunos claramente falsos- como el del papa, pero por el camino persuadieron a otros líderes para que les dieran documentos que les permitieran la entrada en tierras y ciudades.

Una segunda historia cristiana afirmaba que los gitanos hicieron cuatro clavos para crucificar a Cristo, pero robaron uno para ahorrarle a Cristo algún sufrimiento. Algunos gitanos afirmaban que esta hazaña sagrada les daba licencia para robar a los no gitanos incluso cuando eran condenados a vagar por haber hecho los tres primeros clavos. No se trataba de un mito fundacional que les hiciera ganarse la simpatía de los demás, pero ambos relatos afirmaban que se les había dicho que se mantuvieran en movimiento, y así lo hicieron.

Parece extraño que a los gitanos se les ocurriera una historia que no les hiciera quedar bien con los cristianos, pero a los medievales (como a muchos hoy en día) les encantaban las historias de redención. Los cristianos peregrinaban con frecuencia para expiar sus propios pecados, y la explicación más legítima para viajar era cumplir un voto o rezar en santuarios. Además, la gente que daba caridad a esos peregrinos sentía que ganaba méritos espirituales. Los gitanos encajaban bien y se les abrían las puertas.

Al principio, las grandes puertas de roble de las ciudades amuralladas se abrían para ellos y los ciudadanos daban la bienvenida a los forasteros a sus ciudades. La gente miraba asombrada los trajes y los talentosos bailarines mientras echaban monedas en cuencos mientras los gitanos tocaban música. Los adivinos conseguían aún más monedas prometiendo amor y prosperidad a los anhelantes.

Entonces, algunas personas se dieron cuenta de que les habían quitado las carteras y que la comida y los bienes habían desaparecido de sus ventanas. Como se puede imaginar, la acogida de los gitanos se agotó y siguieron adelante.

La suya era una vida de movimiento y cohesión social. Todo dependía de los lazos familiares y de la lealtad a los parientes. Esto era tan pronunciado que los gitanos concertaban matrimonios, frecuentemente entre primos (aunque los primos hermanos se consideraban demasiado cercanos). A veces los clanes se expandían mediante el matrimonio con un grupo vecino, pero los lazos familiares importaban más que cualquier otra cosa.

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¿Cuándo llegaron los gitanos a España?

A medida que los grupos familiares estrechamente unidos vagaban, llegaron a España. Como todos los viajeros anteriores, algunos llegaron por los Pirineos y otros por el Mediterráneo. El primer documento conocido relativo a los gitanos en Europa data del 12 de enero de 1425. Alfonso V de Aragón expidió un salvoconducto a través de su reino, que se extendía desde los Pirineos hacia el sur hasta Valencia, abarcando el noreste de España.

El salvoconducto se expidió a «Sir John del Pequeño Egipto», aunque por supuesto, no era de Egipto en absoluto. El salvoconducto incluía a su banda, y era válido por tres meses. Pero no fue la última banda en ser recibida en España. Durante las siguientes décadas, los registros muestran que varias bandas de gitanos fueron acogidas en España y recibieron salvoconductos. En la década de 1470, llegaron nuevas oleadas desde el Mediterráneo. Estos grupos se llamaban a sí mismos griegos y decían que huían de los turcos musulmanes y buscaban refugio en la España cristiana.

Preguntas comunes sobre los gitanos españoles

Este artículo fue actualizado el 29/12/2019