El local, de 53 años de antigüedad y con capacidad para 1.000 comensales, ha adquirido recientemente una mala reputación debido al mal servicio y a las acusaciones de corrupción, algo que el gobierno pretende desafiar con una generosa inversión que ha llegado hasta la fábrica que suministra los productos congelados a Coppelia. int.

Antes de su cierre en abril, los medios de comunicación locales publicaron innumerables críticas negativas que denunciaban la falta de higiene y las míseras porciones de la heladería, sin embargo, esto no parece haber disuadido a los clientes, que siguen acudiendo en masa a la meca del helado.

Esto podría deberse en parte al hecho de que para los lugareños, con sueldos medios de 30 dólares al mes, Coppelia sigue siendo mucho más asequible que sus competidores de gestión privada.

«Llevamos esperando aquí desde las 9 de la mañana y no fuimos los primeros en llegar. Delante de nosotros había mucha gente esperando, algunos llevaban aquí desde las 8», dijo Yosvany a Efe.

El joven cubano lo achaca a la emoción de las vacaciones escolares unida al reciente cierre del salón.

«La reapertura puede entusiasmar a la gente, pero el servicio sigue siendo pésimo», añadió.

En el interior, los camareros se mueven con rapidez de una mesa a otra y los puestos vacíos se ocupan rápidamente.

Las paredes recién pintadas y la variedad de sabores -14 en total- sugieren que las cosas podrían mejorar.

«Pero sólo es el primer día», dijo Alfredo, un jubilado, con escepticismo.

El anciano se mostró contento con la calidad, pero sorprendido por la subida de precios.

«Apenas es nada, dos o tres pesos, no más, pero para mí, como ya no trabajo, es un poco justo», continuó.

«Sólo espero que signifique que el servicio y los helados sean mejores», añadió. EFE-EPA

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