Una historia y una vida que sigue conmoviendo e inspirando a muchos.
El 16 de marzo de 1995 marcó la fecha en que Iván, un gorila de llanura occidental en peligro de extinción, pisó por primera vez hierba de verdad en casi 30 años.
En 1987, tras darse cuenta de la difícil situación de este animal altamente social, que había estado confinado solo en una celda de hormigón de 14′ x 14′ durante más de 27 años, PAWS comenzó una campaña para liberar a Iván. Se necesitaron más de siete años. Iván, que había sido importado a Estados Unidos desde el entonces Zaire por el propietario del Centro Comercial B&I de Tacoma en 1964, no había visto a otro gorila desde la muerte de su hermana pequeña Birmania en ese mismo año.
Una comunidad unida
Miles de miembros de la comunidad de Tacoma/Seattle se involucraron para ayudar a que la campaña para liberar a Iván fuera un éxito: recogieron firmas para peticiones pidiendo su liberación, donaron dinero a PAWS para la colocación de anuncios en los periódicos y participaron en protestas y boicots. Incluso ayudaron a PAWS a recaudar una «oferta» de 30.000 dólares a cambio de la liberación de Iván en el zoo de Woodland Park.
Miembros de PAWS en una de las muchas protestas para liberar a Iván (izq.), y un cartel para una manifestación (dcha.).
Iván, PAWS y los ciudadanos de Tacoma/Seattle recibieron un impulso a su causa en 1991, cuando National Geographic Explorer emitió un documental titulado «El Gorila Urbano» que contrastaba tomas de un Iván triste, solitario y apático con tomas de Willie B., otro gorila de llanura que daba sus primeros pasos al aire libre en el hábitat natural del zoo de Atlanta tras 27 años de aislamiento. La historia de Iván fue cubierta por todo el país, desde la revista People hasta el New York Times.
Victoria al fin
En 1995 nuestros esfuerzos finalmente dieron sus frutos. Gracias a los científicos del zoo de Woodland Park y al Plan de Supervivencia de Especies de Gorilas, Iván fue finalmente regalado al zoo de Woodland Park, que accedió a prestarlo permanentemente al zoo de Atlanta, el lugar más adecuado para cuidarlo.
Iván en Atlanta: contento, confiado y sano.
Iván era un gigante inteligente, inspirador y amable que disfrutó mucho de su vida en el zoo de Atlanta. Se convirtió en una de las atracciones «estrella» del zoo tras superar con éxito los daños emocionales y físicos causados por sus años de confinamiento. Iván deleitaba a los visitantes del zoo con sus travesuras paternales y su tendencia a cubrirse la cabeza con un saco de arpillera para expresar su desaprobación de la lluvia.
En agosto de 2012, tras 18 años en el zoo de Atlanta, Iván falleció tranquilamente. Lea un informe del Seattle Times publicado en el momento de su muerte.
El caso de Iván es un brillante ejemplo del increíble cambio que puede inspirar una comunidad solidaria. Su historia nos ayuda a enseñar a los niños de nuestra comunidad que realmente pueden marcar la diferencia en la vida de los demás.