La hemicorporectomía o amputación translumbar ha sido descrita como el más revolucionario de todos los procedimientos quirúrgicos. Frederick E. Kredel, quien expresó por primera vez el concepto de la operación en 1950, se refirió a ella como halfectomía. La demostración de sus estudios en cadáveres estableció la viabilidad de la operación. La amputación se realiza por la zona lumbar inferior del cuerpo. Las funciones vitales necesarias se conservan en la parte superior del torso. Kredel concibió la hemicorporectomía como una operación curativa para el cáncer localmente avanzado, limitado a la pelvis, no abarcable por la intervención quirúrgica estándar. Otras indicaciones son las úlceras de decúbito intratables con cambios malignos, sobre todo en parapléjicos; los órganos pélvicos y la infección ósea con fístulas que no cicatrizan; y los traumatismos por aplastamiento en la pelvis. La primera operación de hemicorporectomía se comunicó en 1960. Se han registrado 34 operaciones en la literatura mundial. Se añaden dos casos no comunicados hasta ahora, lo que eleva el total a 36. La revisión de estos 36 casos confirma la convicción de que la hemicorporectomía es una alternativa humana y ética al sufrimiento que supone una enfermedad maligna avanzada, dolorosa y maloliente que no se puede tratar por medios convencionales. Aunque las tasas de curación no son sustanciales, los mejores resultados se registran en parapléjicos con úlceras de decúbito intratables con o sin malignidad. La rehabilitación es prolongada y costosa. La mayoría de los supervivientes han recuperado las ocupaciones anteriores a la operación u otros empleos remunerados.