Durante miles de años, los seres humanos han sido la prospección, la minería y la refinación de metales. La invención de la fundición fue un verdadero avance tecnológico para la humanidad y marcó el fin de la Edad de Piedra. El trabajo con metales nativos como el cobre, la plata, el oro, el plomo y el estaño fue lo primero. Estos metales tienen puntos de fusión bastante bajos y la capacidad de fundirlos y forjarlos fue revolucionaria. La Edad de Bronce nació cuando el estaño se mezcló con el cobre, creando la primera aleación y mejores armas de guerra.
Con el paso de los siglos, los metalúrgicos trataron de averiguar cómo fundir el hierro. El hierro no se encuentra en su forma nativa y se funde a una temperatura mucho más alta que cualquiera de los metales que se habían fundido anteriormente. Gracias al desarrollo de un ingenioso proceso, por fin se pudo fundir el hierro, forjarlo y darle un buen uso. Han pasado miles de años desde el inicio de la Edad de Hierro, y desde entonces se han creado muchos compuestos exóticos para apoyar nuestra búsqueda de una tecnología cada vez mejor. ¿Sabías que la adición de tungsteno al acero creó la superaleación que se utilizó por primera vez en los cañones en la Primera Guerra Mundial? ¿Y que el teléfono inteligente de hoy en día está construido con al menos 13 metales diferentes?
Ya sea que haya recuperado oro natural (pepitas, escamas, oro de alambre, recolectores, oro de harina) o tenga joyas no deseadas o monedas golpeadas, puede fundirlas y/o fundirlas de manera asequible en casa.