Se estudió en ratas el desarrollo de un reforzador secundario como resultado de la asociación de un estímulo neutro (zumbador) con dosis intravenosas (IV) de morpina. El refuerzo secundario se desarrolló en ausencia de dependencia física y siguió a la asociación del estímulo con inyecciones de morpina contingentes o no contingentes. La fuerza del reforzador condicionado, medida en términos de respuesta sobre una palanca para el estímulo más la infusión de solución salina, era proporcional a la dosis unitaria de morfina empleada en los emparejamientos de timbre y droga. Cuando se llevó a cabo la extinción de la respuesta a la palanca para la morfina intravenosa (sustituyendo la solución salina por la morfina) en ausencia del estímulo condicionado reforzante, se observó posteriormente que el estímulo podía seguir provocando respuestas a la palanca, hasta que también había estado presente durante un intervalo suficiente de respuestas no reforzadas. Del mismo modo, la extinción de la respuesta a la morfina mediante el bloqueo de su acción con naloxona en ausencia del estímulo no eliminó el refuerzo condicionado. Otro estudio demostró que una dosis subcutánea (SC) pasiva de morfina servía para mantener la pulsación de la palanca en una contingencia de timbre más infusión de solución salina. Además, los estímulos resultantes de la presencia de morfina (después de una inyección SC) fueron capaces de restablecer la respuesta a la palanca sólo con la contingencia de zumbador-salina cuando tales respuestas se habían extinguido previamente. Además, se demostró que la d-anfetamina podía restablecer la respuesta en las mismas condiciones, y que la morfina también podía hacerlo en ratas en las que el reforzador primario había sido la d-anfetamina. Se sugiere que los datos de animales como éstos muestran que los procedimientos diseñados para la eliminación de la conducta de consumo de drogas en humanos deben tener en cuenta los reforzadores secundarios, así como el reforzador o reforzadores primarios.