El blog

El otro día, durante una meditación de oración, me recordaron que todo es temporal. Todo.

Entonces vi esta cita unas horas después, reconfirmando el mensaje que recibí durante mi meditación.

«Todo es temporal; las emociones, los pensamientos, las personas y el paisaje. No te apegues, simplemente fluye con ello.»

Cuando realmente lo pensamos, lo único verdaderamente permanente en esta vida es el cambio. Las cosas ya han cambiado en los pocos instantes que has tardado en leer esta frase. Desde la hora, hasta las nubes del exterior y quizás incluso tu estado de ánimo. Nosotros, como humanos, estamos en constante evolución, al igual que el mundo que nos rodea.

En mis recientes viajes, me han recordado muchas cosas; lo rápido que pasa el tiempo y lo temporal que es cada momento. Cuando pensamos en la vida en términos de temporalidad, se añade una capa de simplicidad a las cosas.

Las emociones se vuelven más fáciles de aceptar y se crea un espacio para que seamos testigos de ellas en lugar de reaccionar a o con ellas. Cuando nos damos cuenta de que cada emoción, ya sea buena o mala, es sólo temporal, empezamos a ver que pasan por nosotros bastante rápido si las dejamos. En lugar de quedarnos atascados en cómo nos sentimos en cada momento, podemos recordarnos que «esto también pasará». Para las emociones negativas es un verdadero alivio y para las emociones positivas nos ayuda a saborear el momento presente un poco más aferrándonos a los trozos felices de las emociones que sentimos.

Los pensamientos corren por nuestra mente a cien millas por minuto parece que algunas veces. No sé tú, pero mi mente corre a la velocidad del rayo, especialmente cuando siento que intento controlar el momento presente o el futuro, así como cuando vivo en el pasado. Me he dado cuenta de que, desde que recibí este suave recordatorio sobre la impermanencia, me ha ayudado a ver mis pensamientos ir y venir más libremente en lugar de preocuparme o inventar escenarios en mi cabeza de todos los posibles resultados. Se necesitan agallas y valentía para dejar que las cosas se desarrollen y se desarrollen tal y como lo harán, independientemente de nuestra puerta giratoria de pensamientos a su alrededor.

Aunque parezca triste decirlo, las personas en nuestras vidas también pueden ser temporales. Todos tenemos una fecha de caducidad en la vida. Cuando empezamos a pensar en esos términos podemos ver que las personas que nos rodean sólo están ahí por un tiempo determinado. Esto nos ayuda a construir y crear relaciones más significativas porque nos enseña a tener más aprecio por las personas mientras están cerca. El mañana nunca está garantizado, aunque suene a tópico, así que asegúrate de que tus seres queridos y los que te apoyan sepan quiénes son. Aprecia los momentos que pasáis juntos porque nunca sabes cuándo esa persona puede desempeñar un papel emocionante en tu historia por razones que tal vez nunca sepas o predigas.

Lo bonito de la vida es que nunca sabemos lo que va a pasar. Todo puede cambiar en un abrir y cerrar de ojos, nos guste o no. Debemos aprender a deleitarnos en lo que está aquí, en el ahora, justo en este momento. Debemos desarrollar una actitud de gratitud por lo que tenemos delante. Debemos entender que cuando las cosas parecen ir mal, también pueden cambiar en un instante. Y justo cuando sentimos que estamos en las nubes, puede caer una tormenta y devolvernos a la realidad.

Cuando pensamos en la vida en términos de que las cosas son impermanentes tiene la capacidad de cambiar nuestras percepciones.

Eres un poco más viejo y más sabio después del tiempo que te ha llevado leer esto. Por no hablar de que tampoco puedes recuperar los cinco minutos que acabas de dedicar a leerlo. Y por eso te doy las gracias.

Lo que esto nos dice a todos es que AHORA es el momento. Porque el AHORA es temporal.

Me recuerda que nunca hay que dejarse atrapar demasiado por una cosa o persona. Cada momento es fugaz y pasa junto con lo que contiene. Permanezcamos centrados en el momento presente porque es todo lo que realmente tenemos. Cada momento pasa y cambia y, aunque a veces parezca lento, el reloj sigue corriendo y el tiempo sigue pasando.

No demos por sentado lo que tenemos y a quién tenemos en nuestras vidas porque todo podría desaparecer mañana. Aferrémonos todo lo que podamos a lo que nos hace felices. Recordemos que los problemas no se quedan en problemas, sino que siempre se convierten en algo más, ya sea una lección, una visión o una nueva forma de vivir.

Sólo tenemos esta vida. ¿Qué vas a hacer con el día de hoy? Porque el hoy es temporal y pronto será el mañana.

Dejemos que nos mueva a agarrar la vida por los cuernos y ensillar para lo que sea que nos arroje, sabiendo que no hay nada que venga en nuestro camino que se quede para siempre.

Dejemos que nos motive a trabajar más duro en este momento para aprovechar las oportunidades mientras todavía están presentes y ponernos cómodos con dejar ir con gracia las cosas que ya no nos sirven.

Nunca olvides tomar tiempo para nadar en los momentos que pronto serán recuerdos. Asimilarlo todo. Vive la vida al máximo en cada momento. Cuida tu cuerpo y tu mente de la mejor manera que sepas porque es la única que tienes. Sé consciente de aquello que te ilumina y no pierdas más tiempo en cosas, personas o lugares que te quitan el brillo.

La vida es demasiado corta y nada dura para siempre. Hoy estás aquí, mañana te vas. Todo es temporal; ni más ni menos.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.