En condiciones de vida más duras, no sabíamos si íbamos a sobrevivir hasta el final del día – así que evolucionamos para elegir las cosas inmediatas que nos ayudaban a sobrevivir. Nuestros cerebros están programados para elegir recompensas inmediatas y seguras, no el potencial de un futuro.
Así que… ¿estoy jodido?
¡No! Hay formas en las que puedes mejorar para tomar decisiones que sean buenas para ti.
1 . Empatiza con tu yo del futuro
Pospones las cosas a tu yo del futuro porque es fácil. Es fácil suponer que tu futuro yo no tiene límites de energía, impulso y motivación.
Pero, por desgracia, esa visión perfecta de tu futuro yo no es la realidad.
Antes de aplazar algo, piensa en tu futuro estado mental: lo cansado, agotado y somnoliento que estarás. Esto te ayuda a evaluar si en el futuro conseguirás hacer el trabajo. Evaluar conscientemente y tomar decisiones sobre tu futuro sirve de motivación para hacer realmente las cosas que querías hoy.
Compromiso
El descuento hiperbólico nos dice que actuamos con más paciencia cuando las decisiones están lejos.
El compromiso es una forma de bloquear tu futuro en las decisiones, ahora. Aumentas tus posibilidades de éxito eliminando la tentación de tu yo futuro. Haz que a tu futuro yo le resulte difícil echarse atrás.
Las investigaciones demuestran que las personas que se comprometen a ahorrar parte de sus futuros sueldos para su jubilación acaban ahorrando más dinero que otras.
Así es como funcionan los sistemas de entrega de comida por suscripción como Freshly o Blue Apron. Te suscribes a comida saludable que aparece una semana después. De este modo, es más probable que coma de forma más saludable dentro de una semana.
Otras formas de comprometerse a hacer algo son planificar el día o pedirle a alguien que le haga rendir cuentas.
Divida los grandes objetivos en pequeños trozos manejables
Usted establece objetivos grandes y elevados, porque producen enormes recompensas. Sin embargo, los grandes objetivos (como aprender a hablar español o perder seis kilos) tardan un tiempo en alcanzarse, por lo que la gran recompensa sólo se produce en un futuro lejano.
Si se le da a elegir entre ver la televisión ahora (que tiene una recompensa inmediata, pero más pequeña) y trabajar para conseguir su objetivo (recompensa grande, pero lejana), es víctima del descuento hiperbólico y elige la recompensa inmediata y pequeña.
Al dividir los grandes objetivos en tareas más pequeñas, su recompensa llega después de completar cada trozo. De este modo, la recompensa ya no es una posibilidad lejana sino algo más inmediato y garantizado.