A medida que los Baby Boomers envejecen, la preocupación por la capacidad de los sistemas sanitarios para atender a los pacientes geriátricos es cada vez mayor. Esto es especialmente cierto en el caso de la población que se considera «la más vieja de las viejas», concretamente los mayores de 85 años. A diferencia de cualquier otro momento de la historia, este segmento demográfico es el que más crece en la mayoría de los países desarrollados. En Estados Unidos se prevé que los ancianos se dupliquen, pasando de 4,3 millones a 9,6 millones en 2030.
El aumento de la esperanza de vida de la población desde principios del siglo XX se ha basado en la mejora de las condiciones de vida, la dieta, la salud pública y los avances en la atención médica. Con ello hemos visto un descenso constante en la prevalencia por edad de las enfermedades vasculares y cardíacas, los accidentes cerebrovasculares e incluso la demencia. Las personas mayores gozan hoy de mejor salud que sus homólogos de hace décadas. Más importante que en cualquier otro grupo de edad, el cuidado de los ancianos debe ser individualizado; las decisiones de gestión deben tomarse teniendo en cuenta los deseos expresados por las personas mayores, la calidad de vida, la función y la capacidad mental.
La consecuencia inevitable es que habrá un aumento de la prevalencia de personas mayores con enfermedades crónicas, múltiples patologías coexistentes y enfermedades neurodegenerativas. Los mayores de la población que envejece suelen quedar excluidos de los ensayos farmacológicos y sus tratamientos se basan en gran medida en los resultados extrapolados de los de los ancianos más jóvenes. Además, entre los ancianos, fisiológicamente son más diversos que otros segmentos de la población. Sus características demográficas son incomparables y diferentes a las de los ancianos más jóvenes. Varios estudios han llamado la atención sobre las diferentes actitudes de los profesionales de la salud hacia los ancianos y muchos muestran prejuicios por su edad. Como resultado, el uso de la edad como criterio para determinar la idoneidad del tratamiento tiene una validez muy limitada, aunque existen pocos recursos que guíen a los médicos a través de estos desafíos.
Este libro crea una mayor conciencia de estos desafíos y ofrece directrices prácticas para trabajar dentro de las infraestructuras vitales para este grupo demográfico. Este libro está diseñado para geriatras, médicos de atención primaria, oficiales médicos subalternos, enfermeras especializadas en geriatría y gerontólogos. Está dividido en 3 secciones: Consideraciones generales, Enfermedades crónicas y Síndromes geriátricos. Cada capítulo ofrece un resumen de información importante y esencial bajo el título de Puntos clave. En algunos de los capítulos se incluyen estudios de casos para destacar los principios de manejo.