Imagínese a un hombre de las cavernas que regresa de una cacería. Está arrastrando el pesado cadáver de un jabalí detrás de él. Mientras se acerca a la cueva resplandeciente donde le esperan sus hermanos, mira constantemente a su alrededor para asegurarse de que no hay más amenazas.
Si algo le atacara ahora, sería difícil de defender. No ha visto nada peligroso desde hace una hora, pero sus ojos siguen recorriendo los alrededores. Comprueba su espalda cada par de segundos.
Entonces oye un crujido en un arbusto junto a él. Por reflejo, empuja su lanza hacia el ruido.
En su estado más puro y primario, la ansiedad es una emoción que nos mantiene vivos e ilesos. Nuestros antepasados la necesitaban para evitar ser devorados por animales salvajes. Al preocuparse por las amenazas con antelación, se preparaban para luchar o huir cuando era necesario. Esto les ayudó a sobrevivir y, finalmente, a prosperar.
Puede que no tengamos este tipo de amenazas en nuestra vida diaria, pero esta misma ansiedad sigue teniendo usos prácticos. Preocuparse un poco por posibles errores o resultados negativos nos ayuda a ser responsables. Por ejemplo, cuando las personas tienen una leve ansiedad por cumplir un plazo, obtienen cierta motivación que les ayuda a terminar su trabajo antes de tiempo. Una vez terminado el trabajo, la ansiedad disminuye.
La ansiedad leve y ocasional no es algo que deba tratarse o preocuparse. Sólo forma parte del funcionamiento neurológico normal.
Sin embargo, cuando la ansiedad alcanza un determinado nivel de intensidad y frecuencia, deja de ser útil. En lugar de alimentar la previsión, se convierte en una fuente de sufrimiento y distracción. Este tipo de ansiedad incesante hace que sea difícil disfrutar plenamente de la vida. A menudo es un síntoma de un trastorno de ansiedad.
Por ejemplo, considere a un empleado que experimenta un alto nivel de ansiedad incluso después de cumplir los plazos o de relajarse en casa un viernes por la noche. O peor aún, imagine a alguien que constantemente siente que va a morir, a pesar de que no hay amenazas para su vida.
¿Qué es la ansiedad grave?
La ansiedad normal se convierte en grave cuando deja de servirle como una herramienta útil que le anima a tomar las riendas y empieza a distraerle de la vida cotidiana. Si sientes que tu ansiedad está perturbando tus hábitos y actividades normales, o que nubla tu felicidad, entonces puedes estar sufriendo un trastorno de ansiedad. Los trastornos de ansiedad son afecciones graves derivadas de la preocupación y la rumiación excesivas.
Las personas con ansiedad como enfermedad mental tienen sentimientos de ansiedad que no desaparecen y que pueden interferir en las actividades diarias, como el rendimiento laboral y las relaciones, según el Instituto Nacional de Salud Mental. Anya Shumilina, directora de la consulta de terapia Behavioral Associates, dijo que quienes padecen trastornos de ansiedad tienden a sentir que la ansiedad los controla. Ofreció el ejemplo de que la ansiedad impide que alguien vuele, haciendo que se pierda eventos importantes.
Durante su trabajo como Directora de Psiquiatría en el Centro de Tratamiento de Mountainside, la Dra. Shanthi Mogali trabajó con clientes ansiosos que se despertaban y se preguntaban: «¿Cómo voy a afrontar este día?». El mero hecho de pensar en levantarse y enfrentarse a su ansiedad a lo largo del día era aterrador.
Aquí hay algunos síntomas más que suelen indicar un trastorno de ansiedad u otra enfermedad mental:
- Inquietud o sensación de estar herido o al límite
- Fatigarse con facilidad
- Dificultad para concentrarse o tener la mente en blanco
- Irritabilidad
- Tensión muscular
- Dificultad para controlar la preocupación
- Problemas para dormir (dificultad para conciliar o mantener el sueño, o sueño inquieto e insatisfactorio)
¿Es el llanto un síntoma de ansiedad?
Un estudio de 2016 encontró que las personas con ansiedad son más propensas a encontrar el llanto irreprimible aunque útil para aliviar su estrés. El llanto, sin embargo, no suele ser un síntoma de ansiedad. Llorar puede ser un indicador de fatiga y agotamiento, que son síntomas de ansiedad. Otros síntomas comunes de la ansiedad son el dolor en el pecho, el enrojecimiento de la piel, la aceleración del ritmo cardíaco, las náuseas, los mareos y la dificultad para respirar.
Para obtener más información, consulte nuestro artículo «Diferentes tipos de trastornos de ansiedad»
Si cree que padece un trastorno de ansiedad u otra enfermedad mental, póngase en contacto con un terapeuta autorizado para obtener un diagnóstico. También puede considerar varias opciones de tratamiento y tácticas de afrontamiento para la ansiedad. Por lo general, implican una combinación de abordar las creencias que causan la ansiedad y practicar un estilo de vida saludable que incluya el ejercicio y la meditación.