La estrella de la MLB no siempre fue bien vista por sus compañeros de equipo, que encontraron una interesante forma de vengarse de él.
El primera base Cap Anson fue una de las primeras estrellas del béisbol. Fue el primer jugador en acumular más de 3.000 golpes de base y fue el mejor bateador del siglo XIX. Tampoco era un ángel, ya que era abiertamente racista y a veces se distanciaba de sus compañeros de equipo debido a su irritable personalidad durante su carrera de 27 años (1871-1897). Un jugador, el campocorto Bill Dahlen, descubrió una forma única de vengarse del bateador durante los partidos cuando le molestaba.
Independientemente de los logros que Anson tuviera en el campo, su intolerancia racial destaca hoy en día como quizás su impacto más significativo, y ciertamente negativo, en el juego. Se negó a jugar en los partidos en los que había jugadores negros; una postura que ayudó a solidificar la línea de color del béisbol, que no se rompería hasta 1947 con la llegada de Jackie Robinson.
El primera base también fue director de sus equipos durante la mayor parte de su carrera. Combinó el bateo de .334 con 97 jonrones, 2.075 carreras impulsadas, 3.435 bases por bolas y 1.999 carreras anotadas. Como capitán, acumuló un porcentaje de victorias en su carrera de .579, y sus equipos ganaron cinco banderines mucho antes de la llegada de la Serie Mundial.
Anson no siempre fue el más popular entre sus jugadores. Era conocido como un disciplinario, que odiaba las quejas. Como resultado, podía ser objeto de desprecio e incluso de represalias.
Dahlen fue el shortstop estrella de los Chicago Colts de Anson de la Liga Nacional durante años en la década de 1890. Mucho después de que sus días como jugador terminaran, compartió en un artículo del 16 de abril de 1922 aparecido en The Brooklyn Daily Eagle una ingeniosa forma que ideó para vengarse del manager cuando éste no se sentía muy amable con él.
A medida que Anson envejecía, ganaba algo de barriga y cada vez encontraba más limitada su agilidad en la primera base. En particular, le resultaba difícil agacharse y estirarse para ir tras las pelotas lanzadas a la tierra. Cuando los miembros del infield de los Colts querían devolvérsela, le lanzaban a propósito pelotas a baja altura para obligarle a estirarse incómodamente y a jadear para recoger sus lanzamientos errantes.
En particular, Dahlen se convirtió en un experto en esta práctica. Llegó a ser tan preciso con su imprecisión que podía llevar la pelota a través del diamante de tal manera que la única forma en que Anson podía engancharla era haciendo una exagerada y dolorosa estirada baja. Como era de esperar, esto le enfurecía. Normalmente dejaba que los jugadores de campo se salieran con la suya durante los partidos, cuando había gente en las gradas, pero estalló absolutamente cuando Dahlen le hizo el truco una vez durante los entrenamientos.
Dahlen describió:
«Cruzó el campo hacia mí como un toro furioso. Cuando se acercó, vi un asesinato en su ojo y pasó por encima de la barandilla hasta llegar a las gradas del jardín izquierdo. Saltó la barandilla como un niño de dos años y subió las gradas de la misma manera. Tuve que seguir adelante porque si me hubiera atrapado me habría roto el cuello y me habría multado con el precio de mis propios gastos funerarios. Mientras corría de arriba abajo y de forma transversal por las gradas, me di cuenta de que corría un gran peligro de ser atrapado, y le llevé a una persecución hasta que abandonó por agotamiento. No se vengó, pero puedes apostar tu vida a que dejé de hacer esos lanzamientos de broma después de aquello».
No eran sólo sus propios jugadores los que disfrutaban abucheando a Anson. Estaba muy orgulloso de su floreciente bigote y sus bigotes. En un partido contra los St. Louis Browns, el tercera base rival, Arlie Latham, que era conocido como el «Hombre más fresco de la Tierra», se aplicó un conjunto de vello facial falso que se parecía al de Anson y salió a entrenar a la tercera base. La parodia fue inmediatamente percibida por el público, que se echó a reír. El árbitro le expulsó rápidamente del partido, lo que quizá le salvó de que el objeto de su burla le retorciera el cuello.
En términos de talento, Anson era un gran jugador. Sin embargo, era fácil caerle mal y, como resultado, los jugadores encontraban formas únicas de avergonzarlo cuando estaba en el campo, mientras se aseguraban de mantenerse fuera de su alcance.