El corazón es un músculo. Empuja la sangre a través de las arterias, haciendo que éstas se expandan y se contraigan en respuesta al flujo de sangre. Se pueden sentir las expansiones y contracciones, el pulso o los latidos del corazón, en muchos lugares del cuerpo donde una arteria pasa cerca de la piel. Tomar el pulso, es decir, medir cuántas veces late el corazón en un minuto, le ayuda a ser consciente de su ritmo cardíaco y de la fuerza de sus latidos.
Para la mayoría de las personas, la frecuencia cardíaca y el pulso son lo mismo. Sin embargo, ambas son técnicamente diferentes: la frecuencia cardíaca mide el ritmo de las contracciones del corazón, mientras que la frecuencia del pulso mide el ritmo al que aumenta la presión sanguínea en todo el cuerpo. En individuos con afecciones cardíacas específicas que impiden que el corazón bombee sangre de forma eficiente con cada contracción, la frecuencia del pulso puede ser inferior a la del corazón. Pero eso es una excepción.
Los mejores lugares para tomarse el pulso son la muñeca, el interior del codo, el lateral del cuello o la parte superior del pie, según la Asociación Americana del Corazón. También puede tomarse el pulso en la ingle, en la sien o detrás de las rodillas.
El pulso que se siente en el cuello se llama pulso carotídeo. Cuando se siente en la ingle, se llama pulso femoral. El pulso en la muñeca se llama pulso radial. El pulso pedal se encuentra en el pie, y el pulso braquial se encuentra bajo el codo.
El pulso apical es el pulso sobre la parte superior del corazón, como suele escucharse a través de un estetoscopio con el paciente acostado sobre su lado izquierdo. El latido del corazón consta de dos sonidos distintos -a menudo denominados «lub-dub»- y cada lub-dub cuenta como un latido. El pulso apical normal de un adulto es de 60 a 100 latidos.