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Ha habido muchos jugadores malditos con la etiqueta de «El próximo Jordan». El número 12 del draft del 92, Harold Miner, no sólo fue el primero en ser maldecido, sino que su apodo era «Baby Jordan». Y como la mayoría de los otros con la maldición, no estuvo a la altura de las injustas expectativas.

A pesar de un tiro inconsistente y una pobre defensa, el explosivo escolta construyó una gran base de fans basada en sus dos campeonatos de mates -más digno de elogio que sus molinos de viento es que donaba el dinero que ganaba con sus triunfos a programas recreativos en Inglewood- e incluso fue patrocinado por Nike. Pero la falta de tiempo de juego y las lesiones acabaron con su pasión por el baloncesto y, finalmente, con su carrera.

A la temprana edad de 25 años, colgó las zapatillas Nike y abandonó discretamente el juego mientras jugadores como Grant Hill y Jerry Stackhouse eran etiquetados como los herederos de su aire.

Durante más de una década, Miner se convirtió en un nombre olvidado para el aficionado ocasional al baloncesto y en una leyenda casi mítica para los aficionados a los mates, que aún recuerdan sus memorables apariciones en las Jam Session de Inside Stuff y en las cintas VHS de la NBA de los 90. Luego, en 2012 -tras años de ridículos rumores que iban desde que trabajaba en Jack In the Box hasta que estaba en el programa de protección de testigos- Miner resurgió cuando la USC retiró su número.

Verle de nuevo, especialmente con una sonrisa en la cara, me trajo un montón de grandes sonrisas y recuerdos de abrir paquetes de tarjetas de baloncesto de 1992 (Hoops, Upper Deck, Topps, Skybox, Classic, Fleer) tratando de conseguir tarjetas de novato de Shaq, Zo, Sprewell y sacando una tarjeta de novato de Fleer Ultra del 92 de Harold Minor, en la que aparecía haciendo un salto sobre Michael Jordan…

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